domingo, 9 de septiembre de 2012

Polseres Vermelles


Cuando llegas al hospital te sientes extraño, como un pájaro al que el cáncer, una moto, o un maldito trampolín le ha cortado las alas. Cambias la hora del patio, por la prueba médica de turno, las zapatillas que habías pedido a los reyes por una silla de ruedas; y la coca-cola por un medicamento de un color sospechoso. Pero un buen día, ese universo de pijamas y batas blancas, se convierte en tu mundo. Aquí tienes tu habitación, a tus amigos, a la chica que te gusta… incluso a un adulto que quieres como a tu padre. Te has pasado horas y horas deseando salir de aquí y, cuando por fin sales, te das cuenta de que todo sigue igual menos tú. Eso no quiere decir que ahora seamos mejores o peores, simplemente somos niños que tenemos que aprender a vivir con nuestra enfermedad y con las enfermedades de los que nos rodean.

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